Mis otros yo

La importancia de las decisiones

¿Qué es tomar una decisión?

Se trata de un proceso en el cual se elige entre varias opciones. Se da en todos los contextos de la vida: familiar, laboral, sentimental, empresarial...

Estilos en la toma de decisiones

La forma en que las personas toman decisiones varía según su personalidad, nivel de autonomía, experiencia y contexto emocional. Existen cuatro estilos principales de toma de decisiones: impulsivo, autónomo, racional y dependiente. Cada uno presenta características particulares, así como ventajas y desventajas que pueden influir en el resultado final de una elección.

Estilo impulsivo

El estilo impulsivo se caracteriza por una toma de decisiones rápida, muchas veces sin reflexión ni análisis previo. Las personas impulsivas suelen actuar dejándose llevar por la emoción o la presión del momento, lo que puede llevar a decisiones apresuradas. Aunque este estilo puede ser útil en situaciones de urgencia donde no hay tiempo para pensar, también conlleva un alto riesgo de error y arrepentimiento, ya que se pasan por alto opciones más adecuadas.

Estilo autónomo

Por otro lado, el estilo autónomo implica que la persona decide por sí misma, sin depender del juicio de otros. Se basa en la confianza personal y en la convicción de que uno mismo puede afrontar las consecuencias de su elección. Este estilo fomenta el desarrollo de la autoestima y la madurez, ya que promueve la independencia y la responsabilidad individual. Sin embargo, también puede derivar en una actitud cerrada a sugerencias valiosas o a la perspectiva de otros.

Estilo racional

El estilo racional, considerado el más recomendable, se apoya en la reflexión y el análisis lógico. Quienes deciden de manera racional recopilan información, comparan alternativas y evalúan las consecuencias antes de actuar. Este estilo requiere tiempo y capacidad de evaluación objetiva, lo cual lo hace especialmente útil cuando se busca una decisión bien fundamentada. Si bien puede conducir a resultados más acertados, también puede volverse excesivamente lento si la persona queda atrapada en la duda o la necesidad de información perfecta, lo que se conoce como “parálisis por análisis”.

Estilo dependiente

Finalmente, el estilo dependiente describe a quienes buscan constantemente el consejo o aprobación de otros antes de tomar una decisión. Estas personas suelen dudar de su propio criterio y prefieren delegar la responsabilidad en alguien más. Aunque puede ser positivo consultar diferentes puntos de vista, este estilo puede limitar la autonomía personal y hacer que la persona sea vulnerable a la manipulación o a decisiones que no reflejan sus verdaderos deseos o valores.

Tomar decisiones desde el estilo racional

Si bien todos los estilos pueden ser funcionales en distintos contextos, se recomienda desarrollar el estilo racional, ya que permite tomar decisiones más conscientes, éticas y coherentes con los objetivos personales. Reconocer cómo decidimos es el primer paso para mejorar nuestra forma de enfrentar elecciones importantes en la vida.

Tomar decisiones desde el estilo racional implica asumir una actitud reflexiva, informada y comprometida ante los desafíos que se presentan en la vida. Este enfoque no solo se enfoca en elegir la mejor opción posible, sino también en hacerlo de forma coherente con los propios valores y metas. A continuación, se detallan los pasos clave de este proceso:

Informarse

El primer paso es informarse. Antes de decidir, es fundamental reunir todos los datos relevantes sobre la situación, las opciones disponibles, y sus posibles consecuencias. Esto puede incluir hechos objetivos, opiniones de expertos o personas con experiencia, y también un análisis de las propias circunstancias. Cuanta más información se tenga, mayor será la capacidad para tomar una decisión acertada.

Reflexionar

Luego, es necesario reflexionar y valorar. Esta etapa implica pensar críticamente sobre lo que se ha aprendido, evaluar las ventajas y desventajas de cada alternativa, y, sobre todo, hacerse una pregunta esencial: ¿me conviene esta opción? Reflexionar también significa considerar cómo se alinea cada posibilidad con nuestras metas personales, nuestro bienestar y nuestros principios éticos.

Compromiso y acción

Una vez reflexionado, llega el momento de comprometerse y actuar. Tomar una decisión racional no se trata solo de pensar, sino también de ejecutar. El compromiso implica aceptar las consecuencias, asumir la responsabilidad por la elección tomada y llevarla adelante con convicción. Actuar con decisión es una muestra de madurez y seguridad interior.

Mostrar persistencia

En este camino también es crucial ser persistente. No todas las decisiones generan resultados inmediatos o fáciles. A menudo es necesario mantener el rumbo incluso cuando surgen dificultades. La persistencia refuerza la consistencia del estilo racional, ya que demuestra que se actúa no por impulso, sino con visión a largo plazo.

La conducta proactiva

Por último, tomar decisiones racionales implica destacar una conducta proactiva. Las personas racionales no esperan que los problemas se resuelvan solos ni que alguien más decida por ellas. Buscan alternativas, toman la iniciativa, y enfrentan los retos con actitud positiva y constructiva. La proactividad es una cualidad clave de quienes ejercen su libertad de forma consciente y responsable.

Las 3 R en toma de decisiones: Responsabilidad, renuncia y riesgo

Tomar decisiones es una habilidad esencial en la vida cotidiana, tanto en lo personal como en lo profesional. Sin embargo, no es un proceso libre de tensión o consecuencias. Las llamadas “3 R” de la toma de decisiones —Responsabilidad, Renuncia y Riesgo— nos invitan a reflexionar sobre las implicaciones reales y emocionales de elegir entre diferentes caminos.

Responsabilidad

Implica reconocer que toda decisión conlleva consecuencias, y que quien decide debe asumirlas, incluso si las cosas no salen como se esperaba. Tomar decisiones no garantiza aciertos, por lo que la posibilidad de equivocarse siempre está presente, aún cuando se han considerado cuidadosamente las alternativas.
Esta incertidumbre genera presión, especialmente en contextos donde el margen de error es pequeño o las consecuencias son significativas. Aceptar la responsabilidad significa estar dispuesto a aprender de los errores y a rendir cuentas por las elecciones propias.

"Elegir es, en el fondo, aceptar ser el autor de las consecuencias."

Renuncia

Cada vez que se elige una opción, se renuncian a los beneficios que ofrecían las demás. Esta pérdida potencial se conoce como costo de oportunidad, y puede provocar emociones como la duda, el arrepentimiento o la nostalgia por lo no elegido.
Renunciar no es necesariamente algo negativo, pero sí es inevitable. Comprender esto ayuda a tomar decisiones más realistas y maduras, aceptando que no es posible tenerlo todo al mismo tiempo.

"Decidir es cerrar puertas... para poder abrir otras con claridad."

Riesgo

Toda elección implica un grado de incertidumbre: no podemos predecir con certeza el resultado final. Este componente de riesgo puede generar ansiedad, especialmente cuando hay mucho en juego (como en decisiones de salud, dinero, o relaciones importantes).
El riesgo no solo es externo (lo que puede pasar), sino también interno (cómo me sentiré si las cosas no salen bien). Por eso, gestionar el riesgo también implica fortaleza emocional, tolerancia a la frustración y confianza en uno mismo.

"No hay decisión sin riesgo, pero no decidir también es un riesgo en sí mismo."

El ciclo de las buenas decisiones

Tomar decisiones acertadas no solo es clave para alcanzar objetivos concretos, sino también para construir una vida con sentido, autonomía y bienestar. Las buenas decisiones permiten elegir nuestro propio camino, tener mayor control sobre lo que nos sucede y reducir el riesgo de frustraciones o fracasos evitables. Decidir bien no garantiza el éxito, pero sí mejora significativamente nuestras oportunidades.
Frente a esto, es importante evitar lo que algunos llaman el círculo de las malas decisiones: una cadena de elecciones poco reflexivas que llevan a consecuencias negativas y a más decisiones precipitadas. Como dijo Harry Truman: “Toda mala decisión que tomo va seguida de otra mala decisión.” Para salir de ese ciclo, o mejor aún, para no entrar en él, podemos guiarnos por el siguiente proceso:

  1. Definir el problema: Toda buena decisión parte de una comprensión clara del conflicto o dilema. Es necesario saber con precisión qué es lo que se quiere resolver o alcanzar.
  2. Analizar el problema: Implica observar las causas del problema, sus implicancias y cómo afecta a diferentes aspectos de la vida. Aquí se comienza a entender la magnitud y urgencia de la situación.
  3. Evaluar las alternativas: Antes de decidir, es vital identificar las distintas opciones posibles y considerar los pros y contras de cada una.
  4. Elegir la mejor alternativa: Con la información y la reflexión acumuladas, se elige la opción que más se ajusta a los propios valores, metas y circunstancias.
  5. Aplicar la decisión: Una vez elegida la alternativa, se lleva a la práctica con responsabilidad, compromiso y disposición a adaptarse si fuera necesario.

Este ciclo puede repetirse ante cada nueva elección, ajustándose al contexto y a los aprendizajes previos. Cuanto más se ejercita, más natural se vuelve el hábito de decidir bien.

Modelos de toma de decisiones

Existen distintos modelos teóricos que ayudan a organizar el proceso de toma de decisiones de forma más consciente y estructurada. Estos modelos resultan especialmente útiles en momentos de incertidumbre o cuando se enfrentan decisiones importantes, como elegir una carrera, cambiar de trabajo o definir un proyecto personal. A continuación se presentan dos de los modelos más conocidos en el ámbito de la orientación vocacional y el desarrollo personal: el modelo de Krumboltz y el modelo de Gelatt.

Modelo de Krumboltz

El modelo de Krumboltz propone una serie de pasos ordenados para facilitar la toma de decisiones personales o profesionales. Este enfoque destaca la importancia de analizar la situación desde múltiples ángulos antes de actuar. Los pasos del modelo son los siguientes:

  1. Definir la situación problemática: Consiste en identificar con claridad cuál es la decisión que se debe tomar, qué factores están en juego y por qué es importante resolverla.
  2. Establecer un plan: Implica diseñar una estrategia para abordar la decisión, es decir, cómo se va a proceder para tomarla (qué pasos seguir, en qué plazos, con qué apoyos).
  3. Clarificar valores: Se trata de reconocer qué es lo más importante para la persona que debe decidir: ¿valora más la estabilidad o el desafío?, ¿prefiere ayudar a otros o desarrollarse creativamente?, etc. Esto orienta la elección hacia opciones coherentes con la identidad personal.
  4. Identificar alternativas: En esta etapa se enumeran todas las opciones posibles que tiene la persona ante sí. Cuanto más amplio sea el abanico de alternativas, más posibilidades habrá de encontrar una buena solución.
  5. Descubrir resultados posibles: Aquí se analizan las consecuencias que podría tener cada alternativa a corto, medio y largo plazo.
  6. Eliminar alternativas: Luego del análisis anterior, se descartan aquellas opciones que no resultan viables o no son convenientes, quedando solo las más adecuadas.
  7. Empezar la acción: Finalmente, se toma la decisión y se comienza a actuar en consecuencia, llevando adelante el plan con compromiso y responsabilidad.

Este modelo es útil porque promueve un enfoque ordenado y reflexivo, que disminuye la posibilidad de errores impulsivos y aumenta la satisfacción con la decisión tomada.

Modelo de Gelatt

El modelo de Gelatt también está orientado a facilitar el proceso de decisión, especialmente en contextos vocacionales. Su enfoque es más flexible y dinámico, ya que reconoce que las decisiones no siempre son lineales ni definitivas. El modelo se basa en una serie de preguntas clave que ayudan a explorar la situación:

  1. ¿Debo tomar una decisión? El primer paso es reconocer que se está frente a una elección que debe resolverse. Por ejemplo: ¿estudiar magisterio o biología?
  2. Tengo que informarme: Recolectar información confiable y relevante es fundamental. Esto puede incluir hablar con profesores, investigar planes de estudio o buscar testimonios de personas que ya transitaron ese camino.
  3. ¿Es posible? Evaluar si las opciones son realmente accesibles según las condiciones personales, económicas, académicas o de tiempo.
  4. ¿Qué consecuencias tiene? Analizar los resultados de cada alternativa. Por ejemplo, estudiar primero biología implicaría cursar un máster de profesorado si luego se desea enseñar; mientras que estudiar magisterio primero podría permitir trabajar antes y luego ampliar estudios.
  5. ¿Me conviene? Reflexionar sobre el impacto que cada opción tendrá en la vida personal, profesional y emocional del sujeto. Aquí se cruzan el análisis racional con los valores personales.
  6. ¿Puedo hacerlo? Examinar la viabilidad real de cada alternativa: capacidades personales, recursos disponibles, motivación, etc.
  7. Determinar y definir la decisión: Finalmente, se toma la decisión. Por ejemplo: estudiar magisterio primero, comenzar a trabajar y más adelante, si aún existe interés, estudiar biología.

Este modelo destaca por su énfasis en la autoexploración, la flexibilidad y el realismo. No se enfoca solo en "la mejor" opción, sino en la más viable y beneficiosa para el momento vital de cada persona.

¿Qué modelo elegir?

Ambos modelos —Krumboltz y Gelatt— ofrecen herramientas valiosas para tomar decisiones, pero su utilidad puede variar según el tipo de situación, la personalidad del decisor y el nivel de complejidad del problema. Aquí te ofrecemos una comparación para ayudarte a elegir el enfoque que mejor se adapte a tu necesidad.

Aspecto Modelo de Krumboltz Modelo de Gelatt
Enfoque Secuencial y estructurado Flexible y exploratorio
Ideal para... Situaciones con múltiples alternativas y necesidad de claridad paso a paso Personas que aún están explorando su identidad o valores, o enfrentan dilemas personales complejos
Énfasis Evaluación racional, eliminación progresiva de opciones Reflexión personal, compatibilidad emocional y práctica
Ventajas Brinda un marco claro y ordenado que minimiza la confusión Permite descubrir nuevas posibilidades y adaptarse a cambios durante el proceso
Limitaciones Puede resultar rígido si se aplica sin flexibilidad Puede volverse confuso si no se estructura correctamente la información

Recomendaciones finales

Si estás buscando una metodología práctica para decisiones académicas o laborales —como elegir una carrera, hacer un cambio profesional o definir un objetivo a largo plazo— el modelo de Krumboltz puede darte un camino claro y ordenado. En cambio, si estás en un momento de duda existencial, cambio personal o redefinición de valores, el modelo de Gelatt te permitirá explorar con más profundidad y libertad tus posibilidades.

Lo importante es recordar que no existe una única forma correcta de decidir. Cada persona puede combinar elementos de distintos modelos según lo que necesite en cada etapa de su vida. Lo esencial es tomar decisiones que reflejen quién eres y hacia dónde quieres ir.